Del redimensionamiento del trasvase Tajo-Segura

Grandes están siendo los aspavientos de los defensores del trasvase Tajo-Segura a propósito del informe de la Subcomisión para el estudio y elaboración de propuestas de política de aguas en coherencia con los retos del cambio climático del Congreso. Uno de los aspectos, que al final se quitó del informe, era la necesidad del redimensionamiento del Trasvase a consecuencia del cambio climático. La presión ejercida ha logrado quitarlo del papel, pero no de la realidad. Además, no es algo que vaya a venir en un futuro más o menos próximo; se está produciendo ya. Desde hace 50 años.



De facto, el primer redimensionamiento del Trasvase se hizo en su anteproyecto. Proyectado ─y construido─ para 1000 hm³/año, se limitó su capacidad a 600 hm³/año, esgrimiendo que se aumentaría en una segunda fase que ni está ni se la espera. Desde su puesta en marcha ha dado sobradas muestras de no ser la solución mágica que se soñaba ─e incomprensiblemente se sigue haciendo─, siendo el trasvase medio realizado inferior a los 350 hm³/año. Si se observa la media de trasvases de 10 años, se aprecia como desde hace más de diez años está en tendencia descendente.

Las cabezas que velan por la continuidad del Trasvase, ya sea desde el poder o en la sombra, nada tienen de tontas; todo lo contrario. Son plenamente conscientes de la situación y la comprenden correctamente. Pero bajo ningún concepto van a admitir el estrepitoso fracaso que está mostrando ser el Trasvase. Oficialmente no se redimensiona, se mantiene el sacrosanto máximo de 600 hm³/año, pero se paren unas reglas de explotación, supuestamente para homogeneizar los envíos y evitar situaciones de sequía. Unas reglas de explotación en las que se redimensiona extraoficialmente lo que se espera trasvasar de media a lo fijado en su nivel 2 (456 hm³/año).

Pero estos valores de las reglas de explotación también están fuera de la realidad. El trasvase es incapaz de dar lo que se le exige en nivel 2. Como consecuencia, cae con frecuencia a los niveles 3 y 4, como se está sufriendo en los últimos años. Puesto que no se adapta la gestión del Trasvase, es la realidad la que se encarga de redimensionarlo. Por medio de la propaganda y la presión, el lobby del Trasvase puede engañar y engatusar a ciudadanía y regidores, pero no a la Naturaleza.  

En resumen, el redimensionamiento del trasvase no es una medida a aplicar, sino la realidad que está ocurriendo. No se trata de una decisión política. La decisión política es si se adapta o no la gestión a la realidad. Hasta ahora la decisión ha sido no hacerlo, y parece que es así es como va a seguir. Es decir, continuar maltratando a los ribereños de Entrepeñas y Buendía ─y en general al Tajo─ y mantener oficialmente la sequía artificial perpetua, que faculte seguir haciendo el salvaje con la sobrexplotación de recursos y otorgando prebendas adicionales al lobby del Trasvase.