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De solidaridad y trasvases

solidaridad
1. f. Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.

(Del Diccionario de la lengua española, RAE)

Lamentablemente, los episodios de avenidas del Ebro de los últimos años están siendo acompañados de comentarios poco acertados en las redes sociales, relacionando estos episodios con el derogado trasvase del Ebro, en algún caso con evidente mal gusto. No es objeto de estas líneas entrar a analizar estos comentarios, que bien podrían ser objeto de concienzudos análisis sociológicos, psiquiátricos y psicopatológicos. Pero estos desvaríos están contagiando a las huestes políticas fanáticas de los trasvases, que adoptan el discurso. En la entrada «Avenidas, sequías, trasvases y Pacto Nacional del Agua», de noviembre de 2016, abordamos la situación, en este caso a raíz de las declaraciones de un diputado. Recientemente, la entrada «Miras, sequía, avenidas y trasvases» se hace eco de unas declaraciones del presidente de la Región de Murcia, que también han causado malestar en Aragón.

Con el interés periodístico de una posible nueva guerra del agua, el programa de televisión «Espejo Público» (Antena 3, 17/4/2018) invitó al presidente de la Región de Murcia, que se reafirmó en sus declaraciones, matizándolas en una necesidad de estudio técnico, siguiendo con una defensa del pacto nacional del agua en el que pide que se incluya la interconexión de cuencas, al amparo del principio de solidaridad. En paralelo, su otrora compañero de partido y presidente de la Región de Murcia, ahora rival político, aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza, se organizó un paseo en el que daba su solidaridad a los afectados por las avenidas, a la vez que incidía en que les sobra agua (¿habrá supuesto algún beneficio a los afectados por las riadas esta visita solidaria?). Solidaridad y trasvases, dos palabras que en la propaganda trasvasista se asocian continuamente. Pero, ¿son realmente solidarios los trasvases al Sureste? ¿No será que se esté pervirtiendo el concepto de solidaridad?

Solidaridad, ¿con quién? Murcia, Alicante y Almería tienen sus necesidades básicas en relación con el agua cubiertas. En los diez meses que ha estado parado el trasvase Tajo-Segura, la población no ha sufrido ningún corte de suministro y se han destinado recursos propios de la cuenca del Segura para el regadío. La presión por recibir más agua no parte de la sociedad, sino de un grupo que quiere tener más agua a bajo coste para ellos. No sería solidaridad con el Sureste sino, en todo caso, con un lobby, para facilitar su negocio. Cosa distinta es la actuación de estos políticos regionales, que no dudan en rebajar el nombre de Murcia y convertirse en adalides de una causa particular que, paradójicamente, ante la manipulación emocional de la sociedad murciana forjada durante décadas de propaganda trasvasista, les da rédito electoral.

Tampoco se puede argumentar que son necesarios más trasvases para garantizar la producción de alimentos para la población y para exportar. A pesar de la sequía y cierre del Trasvase, se ha aumentado la exportación e incluso los agricultores se enfrentan a problemas de precios de venta bajos por exceso de producción (véase «El trasvase Tajo-Segura no es necesario. Distorsiona el mercado. Perjudica a otras regiones»). 

Por otra parte, la auténtica solidaridad parte de una «adhesión», un acto voluntario, en contraposición a los conceptos de obligación o imposición. Sin embargo, ahora no hay ninguna región española que se ofrezca voluntaria para ser origen de un trasvase de agua para favorecer al lobby trasvasista. Las posibles dudas quedan disipadas al ver el trato vejatorio que ha sufrido Castilla con el trasvase Tajo-Segura. No todas las cuencas son tan fáciles como el Tajo, que no es consciente, ni quiere serlo, de los daños que el trasvase Tajo-Segura está causando. Aunque a ese respecto, y a pesar de la pasividad social en la cuenca del Tajo, se ha de recordar que el trasvase Tajo-Segura no salió de la cuenca del Tajo, sino que fue una imposición durante la Dictadura tras la iniciativa de un grupo de terratenientes murcianos que querían transformar sus secanos en regadíos.

Además, el presidente de la Región de Murcia pone como condición a las nuevas transferencias que no supongan una afección ambiental y se respete la prioridad de la cuenca cedente. ¿Inocencia o cinismo? Lo primero que tendría que tener claro es que cualquier trasvase de agua de una cuenca a otra supone un impacto ambiental, de gran magnitud cuando se trata de grandes volúmenes de agua. Otra cuestión es que, como ocurre con cualquier obra pública, pueda valorarse que los beneficios que recibe la sociedad justifican ese impacto. Pero no es el caso de un gran trasvase entre cuencas en la situación actual, pues es imposible justificar que se pueda asumir este impacto de un gran trasvase para regadío, que sólo sirve para que le vaya mejor a un lobby. Máxime cuando estas condiciones no se dan con el gran trasvase que existe en la actualidad, el Tajo-Segura. Por abreviar, recordemos que en el río Tajo no hay definidos caudales ecológicos por causa del Trasvase, y que su prioridad de cuenca se traduce en que la cabecera del Tajo no es gestionada desde la cuenca del Tajo, mientras que todo lo que pueda afectar al Trasvase es sistemáticamente censurado en su planificación y gestión. Antes de plantear estas condiciones para otros posibles trasvases, sería necesario que se aplicaran en el que existe, aunque sólo sea por credibilidad. Por cierto, ¿qué hay de la rentabilidad económica? ¿Acaso hay que hacer nuevos trasvases a cualquier precio, para luego acordar un precio social que satisfaga al lobby, y que lo acabemos pagando entre todos (al modo de las desaladoras)?

En definitiva, los nuevos trasvases que se plantean no tienen nada de solidarios. Como tampoco lo es el trasvase Tajo-Segura. Otra cosa es que le interese decirlo a la propaganda trasvasista, y a los políticos les guste emplearlo para engañar a la sociedad.

 

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