Sobre la reacción de los regantes del Campo de Cartagena

En el diario La Verdad del 24 de agosto de 2016, se publica la noticia «Los agricultores acusan a la Comunidad y al Ministerio de poner en riesgo 20.000 empleos». Critican los agricultores «el cierre precipitado» de los salmueroductos, alegando que hay otras presiones causantes del deterioro del Mar Menor además de lamentar que el cierre de las conducciones no se hubiera realizado escalonadamente o se hubiera esperado a que estuvieran las otras soluciones en marcha.

A la natural complejidad de los ecosistemas se añade la singularidad del Mar Menor. En este sentido, tienen parte de razón los agricultores al argumentar que, además de la agricultura, hay otros factores que influyen en el deterioro del Mar Menor. Ahora bien, cada impacto tiene su componente de magnitud y evitabilidad, parámetros que han de ser contemplados en las medidas correctoras y mitigadoras que se apliquen.

Uno de los factores que esgrimen los regantes es «la influencia de las altas temperaturas del invierno». Posiblemente haya contribuido a una mayor actividad de las algas. Pero es un factor climático sobre el que no se puede actuar, así que lo más que se puede hacer es tenerlo en consideración. La mejor forma para mitigar sus efectos adversos es reducir la aportación de nutrientes.

También se critica el comportamiento de las depuradoras, cuando en la Región de Murcia se presume de la máxima reutilización de las aguas residuales tratadas. Por ejemplo, una de las plantas puestas en duda por los regantes es la de Los Alcázares, cuya salida de agua es utilizada al 100% por los regantes del Campo de Cartagena, según se indica en «La EDAR de Los Alcázares, ejemplo de reutilización: El 100% del agua tratada va para regadío». Así, la presión de los vertidos urbanos se puede decir que se encuentra controlada, siendo su impacto sobre el Mar Menor reducido, lo que no es óbice para que siempre se trate de mejorar. Pero, ni cualitativa ni cuantitativamente pueden ser comparables a las cargas de nutrientes que se incorporaban por el uso de las plantas desalobradoras.

Como ya se ha comentado en entradas anteriores, la afección principal de los vertidos de las salmueras es el alto contenido de nutrientes. Nutrientes que se han ido acumulando en el acuífero a lo largo de los años, resultado de la actividad agrícola, con unas concentraciones especialmente preocupantes en el acuífero del Campo de Cartagena. Como se puede apreciar en la ficha «Caracterización adicional de las masas de agua subterránea en riesgo de no cumplir los objetivos medioambientales en 2015», en la mayoría de los puntos muestreados se supera el umbral de referencia de 50 mg/l de nitratos, sobrepasándose en varios de ellos los 300 mg/l. El agua extraída del acuífero, con alto contenido de nutrientes, es tratada en las plantas desalobradoras, de las que se obtiene el «producto» (agua sin apenas sales ni nutrientes) que se emplea para el riego y el «rechazo» o «salmuera» que contiene casi todas las sales y nutrientes extraídos del acuífero, que era vertida al Dominio Público Hidráulico, llegando finalmente al Mar Menor.

Aunque se intente desviar el foco, el principal aporte de nutrientes era el retorno de las desalobradoras, extraídos del acuífero donde se están acumulando con el paso de los años. Es una situación advertida hace años, pero que era consentida. Los agricultores del Campo de Cartagena cuestionan la urgencia con la que se han taponado las conducciones, cuando la pregunta previa es por qué han estado funcionando estos años anteriores.

Como sacado de una película de terror, se encuentra la noticia «Devuelven salmuera a los pozos debido a la falta de drenajes» (La Verdad. 24/8/2016 17:25). De ser cierta la noticia, demostraría una inconsciencia máxima, pues se acelera el deterioro del acuífero, incluso haciendo que sus plantas fueran inoperativas en el futuro, pues alcanzaría el agua una concentración de cloruros superior al rango de funcionamiento de los equipos de las plantas. Detrás del problema del Mar Menor se encuentra el deterioro del acuífero del Campo de Cartagena, que tiene que estar en buen estado antes de 2027, algo muy difícil de conseguir; los indicadores de los últimos años no parecen indicar mejora, ni siquiera un cambio de tendencia. Si, además la solución que toman los regantes es recargar el acuífero con el rechazo, lo que se demuestra es que no hay interés en conseguir el objetivo.

Se quejan los regantes del Campo de Cartagena de una actuación excesiva por parte de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), al sellar con hormigón las arquetas. Pero, ¿por qué ha tenido que llegar la CHS a eso? Por la falta de colaboración de los regantes. Si cuando se anunció que se iban a tapar las tuberías, los regantes se hubieran mostrado cooperantes, habrían parado las plantas y la condena habría sido simbólica. Pero esa no fue la reacción, sino la contraria, organizando piquetes informativos a las brigadas que iban a realizar el trabajo y afirmando reiteradamente que no iban a parar las plantas. En esta situación, la CHS habrá tenido que adoptar las medidas necesarias para evitar que se continuaran realizando vertidos no autorizados. Actuaciones que han sido consecuencia de la actitud de los regantes del Campo de Cartagena.

La construcción de los salmueroductos se realizó hace tiempo, pero se quedó incompleta, limitándose a sacar la salmuera de las explotaciones agrarias para llevarla al Dominio Público Hidráulico. Se ha producido la redacción de dos planes hidrológicos, pero el problema no se planteó adecuadamente. Ni se identificó como grave ni se dio solución inmediata; aunque contempla la construcción de los emisarios, lo posterga para después de 2021 y la finalidad es el incremento del recurso. Quizás sea un reflejo de cómo se han considerado los aspectos ambientales en los planes hidrológicos: cuando hay posible conflicto con los usuarios, especialmente los regadíos, las medidas ambientales se desvanecen. Metodología de «consenso», pero inefectiva.

También alertan los agricultores de posibles pérdidas de ayudas de la Unión Europea, con 700 millones de euros en programas operativos. De esta «revelación» surge una pregunta: ¿no presume el SCRATS (Sindicato de Regantes del Acueducto Tajo-Segura) que la agricultura del trasvase no tiene subvenciones? Quizás sea que en una finca, unas matas de tomate no tienen subvenciones y se riegan con agua subvencionada del trasvase, mientras que otras matas, regadas con otros recursos, son las que reciben las compensaciones.

En resumen, la situación de los regantes del Campo de Cartagena es delicada. Pero, como toda la actividad del regadío, ha de ser sostenible medioambientalmente. En el caso del Mar Menor, se ha manifestado abruptamente una aceleración del deterioro, que ha puesto en evidencia que la gestión de las desalobradoras del acuífero del Campo de Cartagena no se estaba haciendo sosteniblemente. Que fuera algo sabido y permitido en el pasado, no justifica que pueda seguir desarrollándose la actividad mientras que se buscan y valoran soluciones. Lo que procede es el cese de la actividad, y plantear las soluciones adecuadas; realmente es lo que se tendría que haber realizado antes de la puesta en marcha de las desalobradoras. Señalar otros posibles culpables no les exime de responsabilidad.

Observación final: que sea la mala situación del Mar Menor la parte visible de la afección negativa de la actividad, les está restando respaldo popular, mientras que cuando se trata de pedir más agua del Trasvase Tajo-Segura está «toda la región» detrás.

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