Depuración y fondos europeos

En la nota de prensa «García Tejerina: La puesta en marcha de la EDAR de Burgos da respuesta a las exigencias de una buena gestión del Ciclo del Agua» (MAGRAMA, 24/10/2016), se da cuenta de la inauguración de la nueva EDAR de Burgos, dimensionada para más de un millón de habitantes equivalentes. Se indica que «se han invertido 57 millones de euros, cofinanciados por el Ministerio con fondos europeos y por el Ayuntamiento burgalés». Si se repasan otras grandes actuaciones de depuración realizadas en los últimos años, se observa que también han recibido fondos europeos. Pero, ¿realmente hay que subvencionar con fondos europeos el ciclo del agua en las ciudades?

Puede parecer positivo que se consigan fondos europeos para la realización de infraestructuras encaminadas a la mejora medioambiental. Pero que en ciudades grandes se recurra a la financiación de las depuradoras con fondos europeos, significa que no se está interiorizando el concepto de la recuperación de costes. Las infraestructuras destinadas a atender su ciclo urbano perfectamente podrían ─y deberían─ ser asumidas íntegramente por los usuarios, sin recurrir a la beneficencia europea. Sin embargo, queda la sensación de que si no se consiguen fondos europeos, estas actuaciones de depuración, necesarias, no se realizarían.

Por otra parte, los planes hidrológicos contemplan unos programas de medidas con numerosas actuaciones de depuración, muchas de ellas definidas en poblaciones menores, sin que tengan definida la financiación. También han de hacer frente a los requerimientos de la Directiva 91/271, sobre el Tratamiento de las aguas residuales urbanas. La repercusión de las infraestructuras por habitante en los pequeños núcleos es mucho mayor que en las grandes ciudades. Llegando a ser inviables en muchos casos, en los que sí que estaría justificada la ayuda europea. A la complejidad de la solicitud de las ayudas, se suma la limitada capacidad administrativa de las pequeñas poblaciones. Realmente, la viabilidad de estos sistemas de abastecimiento, entendiendo el ciclo integral y no solamente el suministro, pasa por la mancomunación real y efectiva, preferentemente a escala provincial o autonómica, pero eso es otro tema.

Así, mientras se destinan grandes subvenciones para depuración en ciudades que deberían asumir íntegramente el coste del servicio, se deja a pequeños municipios a su suerte. Quizás influya que es más vistosa la foto de la Ministra en una gran instalación que en una pequeña. Tal vez que es más fácil la gestión por medio de una gran inversión que por muchas pequeñas. Puede que la concepción de los sistemas de abastecimiento como oportunidad de negocio esté por encima de su función de servicio público. Pero conviene hacer una reflexión sobre el asunto. No se plantea aquí la renuncia a los fondos europeos para la depuración, sino su empleo eficaz donde realmente es necesario. Financiar grandes infraestructuras en grandes municipios no soluciona problemas, sino que crea una falsa dependencia.

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