Mal Mar Menor

La mortandad de peces de los últimos días es, sin lugar a dudas, algo lamentable. Aunque más lo son las reacciones políticas y de determinados intereses socioeconómicos. El que ocurriera este episodio de mortandad era algo previsible, pues sin saber cuándo se iba a producir, la dinámica seguida llevaba al desastre. También eran previsibles las reacciones, pues se repiten las mismas chorradas que en episodios anteriores. De cara al futuro los episodios de mortandad de peces cesarán en algún momento, pues no quedarán peces vivos para ser masacrados. Sin embargo, el caladero de tonterías parece ilimitado, por lo que es esperable que sigan surgiendo libremente.

Para salir del paso se recurre a «expertos», quienes son alabados, reconocidos y recompensados si lo que plantean agrada al preboste de turno. Si, por un casual, al experto se le ocurre decir algo que incomode o no guste, pues se le destierra, denigra y se recurre a otro experto que entienda el problema. Es decir, que sea dócil, que calle lo que tenga que callar, trague sapos y no pretenda morder a la mano que le da de comer. Será por expertos.

Entre las ocurrencias de los expertos oficiales está la de agrandar las golas para favorecer la entrada del Mar Mediterráneo en el Mar Menor. Si un lado de La Manga está mejor que el otro, pues se aumentan los canales que los comunican y ya está. Si se hacen muy grandes, pues así se solucionan los males del Mar Menor … pues desaparecería, sería igual que el Mediterráneo.

Frente a este espectáculo de payasadas, lo que tenemos es un problema grave. Son muchas las actividades humanas que han contribuido al deterioro del Mar Menor. De ellas, en lo que se refiere al deterioro de la calidad de las aguas, destaca el desarrollo agrícola del Campo de Cartagena, que con un regadío intensivo provoca un gran aporte de nutrientes, ya sea directamente o previa contaminación del acuífero. Un deterioro forjado en décadas, que ha sido ignorado, silenciando cualquier voz crítica.

Pero cuidado, «no hay que criminalizar al regadío». No hay que molestar al poderoso. Solucionar los problemas no es rentable para conservar carguitos y ganancias. Mejor dejar pasar los días, controlando el flujo de información y haciendo ciencia desde el politiqueo. Pasará este episodio de mortandad, se rebuscará algún indicador que parezca que mejore, se hará algún refrito interesado de la información disponible y se seguirá tirando para adelante en la destrucción de la laguna. Mientras, a formar suntuosos equipos de expertos para que no se apliquen los caudales ecológicos en el Tajo. Para eso sí hay dinero público.

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