El mundo del agua en los diarios de Azaña (primera parte)

Uno de los escritos más interesantes acerca de cómo se desarrolla la política «real» son, sin duda, los Diarios de Manuel Azaña. En ellos, el presidente de Gobierno primero y de la República después, nos va relatando el día a día de la actividad política durante unos años «comprometidos». La condición humana aparece de manera descarnada. Pero con una diferencia respecto a las Memorias de otros políticos: mientras que estas últimas están escritas a posteriori con el fin de explicar/justificar las decisiones que se tomaron en su momento, los Diarios de Azaña están escritos ─sin revisar─ a la vez que se iban desarrollando los acontecimientos. Ello nos permite asistir a la actividad política a modo de deus ex machina, pues nosotros sí conocemos las consecuencias posteriores de las decisiones que se iban tomando sobre la marcha.

A modo de ejemplo, recuperamos algunos fragmentos de los Diarios relativos al agua y las obras hidráulicas; los incorporamos sombreados con letra cursiva, seguidos, en algún caso, de comentarios o intercalaciones por nuestra parte (sin sombreado ni cursiva).

27 de julio de 1932.

Hoy más descansado y rehecho, he podido afrontar una audiencia numerosísima, enorme. Para remate, se ha presentado en el ministerio una comisión de mil alicantinos que pretendían llevarse a su tierra las aguas del Guadiana. He recibido a unos pocos, y ha ocurrido un incidente, porque el comandante Navarro quiso echar a los otros del jardín. Venía con ellos el diputado radical Azpiazu, a quien siempre me encuentro en toda clase de manejos. Ha aprovechado la ocasión para decirme que cunde el descontento entre los radicales, y que algunos hablan de pasarse a Acción Republicana. Me callé, y me encogí de hombros.

Por aquellas fechas Alicante era la penúltima provincia en renta per cápita, solo superada por Almería, que era la última. El Trasvase tenía su diana en Alicante, como se expone en el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933. Su objetivo principal era el regadío de vegas alicantinas para la producción de alimentos para la exportación y generación de divisas. Es decir, un fin meramente mercantilista, lo que explica la comisión de los mil, pues basaban su enriquecimiento con el agua. O sea, se estaba ya en lo de ahora, cambiando Alicante por Murcia. En el Cine Monumental de Alicante se presentó el proyecto del Trasvase del Tajo por Lorenzo Pardo, aunque el proyecto lo leyó Prieto ante la débil voz del primero. Hay un librito sobre la conferencia de presentación del trasvase y los discursos en los banquetes subsiguientes. Asistieron al acto representantes políticos de las provincias de Alicante, Almería, Murcia y Albacete. Hoy día Alicante es una de las provincias más ricas de España, y no precisamente por el agua y la agricultura. Benidorm aporta al PIB de la Comunidad Valenciana más que la agricultura (secano y regadío) del conjunto de las provincias de Castellón, Valencia y Alicante.

Lo de «descabezar» el Guadiana ha sido un tema recurrente hasta ahora. Parece mentira que no se diesen cuenta de que la cabecera del Guadiana (ríos Gigüela y Záncara) no tiene agua. Basta recurrir a la «Relaciones topográficas de Felipe II», de 1586, en la entrada referente a Herencia o a Campo de Criptana. Se venía a decir (cito de memoria) que «los ríos Xigüela y Çáncara se acortan, sorben y enjugan en los veranos; tienen piedras de molino, pero al ser ríos invernizos solo muelen algunos meses y no todos los años». A la pregunta cuarenta y tantos de la encuesta de las Relaciones que se dirigió a las poblaciones, en la que se inquiere a la comisión local que relaten alguna novedad acaecida en los últimos años, contestan: «como novedad se dice que el río (Záncara) corrió el año pasado, pues hacía muchos años que no corría». (Ojo con lo del cambio climático). Ello explica que en la Mancha, ante la falta de la energía de las corrientes de agua, se instalasen molinos de viento, tecnología traída por los flamencos que vinieron con Carlos de Gante, futuro emperador. La aventura de los molinos de viento cervantina, tiene que ver con la novedad que representaban aquellos «gigantes» en mitad de la llanura.

El jardín de donde echaron a los mil comisionados era el del palacio de Buenavista, en Cibeles, sede del ministerio de la Guerra, cargo que Azaña simultaneaba con la presidencia del Consejo.

1 de agosto.

Ayer hice una excursión más larga. Fuimos por la mañana a Medinaceli. Una vieja en la puerta del convento de monjas, unos gañanes durmiendo la siesta al pie de un árbol, en las afueras, y una niña llorando en el pórtico de la iglesia, fue toda la gente que encontramos. Al entrar en la iglesia, el visillo de un balcón en la casa frontera se levantó un poco. Eso fue todo. No queda nadie en el pueblo. Una antigua casa en la plaza principal se ha vendido hace poco en trescientas pesetas. No hay ni agua.

(…)En Burgos no hay agua para beber ni para bañarse. Cuando yo estuve, cortaban el agua hasta en los retretes, a las ocho de la mañana. Y en una población así dotada, el Ayuntamiento se ha gastado unos cuantos millones de pesetas en construir ¡un cuartel de artillería!

El abastecimiento de las poblaciones se consideraba un cometido municipal, consagrado en la Ley de Bases del Régimen Local de 1925. ¿Fue un acierto asignar al Estado solamente las ayudas establecidas en la Ley de Auxilios de 1911 (ley Gasset)? Habría que analizar el papel de las Diputaciones Provinciales en la materia desde su creación. El abastecimiento de Madrid, por ser la residencia de la Corte, constituyó una excepción, ya que fue iniciativa del Estado. Pero téngase en cuenta que hacia 1855 se invirtió tanto en la traída de aguas del Lozoya por medio de la construcción del Canal de Isabel II como en el Teatro Real.

19 de agosto.

En el mismo Consejo se aprobó la nueva redacción del proyecto de expropiaciones. Domingo (Marcelino, ministro de Agricultura) nos había traído otro, hecho probablemente por algún ingeniero agrónomo, que no tenía pies ni cabeza.

La reforma agraria fue uno de los talones de Aquiles de la República. Entonces, la mitad de la mano de obra trabajaba en el campo y la mitad de la población era analfabeta. Después de la guerra civil, el Instituto Nacional de Colonización desarrolló una inmensa labor de creación de nuevos pueblos, caminos, riegos, electrificación, etc. llegando a constituirse «como un Estado dentro del Estado». La «concentración parcelaria» fue otra labor encomiable, así como los centros de «extensión agraria». Hasta el ingreso de España en la CEE subsistió «el problema del campo». Hoy día su participación en el PIB nacional es menos del 3% y la población trabajadora inferior al 5%. Sin embargo, existen reductos agrarios de gran poder político. ¿Será un recuerdo de tiempos pasados? La política del agua en nuestro país ha sido una política de riegos y aún no hemos cambiado el «chip».

29 de noviembre.
Por funcionarios también, ha habido una escena violenta entre Fernando (de los Ríos, ministro de Instrucción Pública) y don Inda (Indalecio Prieto, ministro de Obras Públicas). Prieto aborrece a los ingenieros de caminos, y al pasar al ministerio de Instrucción Pública las escuelas de ingenieros, que yo decreté en diciembre pasado, aprovechando que no tenía ministros (única ocasión para hacer tan útil reforma) se ha producido una situación rara para los ingenieros que como tales dependen de Obras Públicas, y como profesores de la Escuela, de Instrucción Pública. Prieto, que encuentra mejor lo más violento y rrradical, dictó un decreto concediendo un plazo a los ingenieros profesores para volver al servicio de Obras Públicas o quedar separados del cuerpo. Los ingenieros buscaban una solución menos feroz y se la han propuesto a Fernando. La solución es buena, porque obtiene el resultado que busca Prieto, y no los expulsa del cuerpo, sino que los deja supernumerarios sin sueldo. Fernando ha traído el proyecto de decreto al Consejo, tal como se lo habían dado los ingenieros, que era un decreto de la Presidencia, rectificando el de Prieto. Don Inda se ha puesto furioso y ha increpado a Fernando, diciéndole que escribía al dictado de Machimbarrena (director de la Escuela del Cuerpo) y que eso era darle un latigazo, etcétera, etcétera. Fernando, muy apurado, quería tranquilizarlo. Prieto se ha allanado a redactar él un nuevo decreto, y a publicarlo como cosa de su ministerio, satisfaciendo los deseos de los ingenieros. Poco antes, y cuando se discutía lo de las plantillas de funcionarios, Fernando le ha pasado a Prieto un papelito probando que en el ministerio de Obras Públicas, y a pesar de las rotundas aseveraciones del ministro, también se ha hecho «corrida de escobas». Prieto ha dicho que sin duda le habían sorprendido la firma, se ha precipitado sobre el teléfono, y al oficial mayor de su ministerio le ha soltado esto: «De mí no se burla usted ni su puñetera madre». (Así es el hombre).

Prieto debe de estar enfermo. La violencia de su carácter es tal, que tiene aterrorizados a sus funcionarios. Si les manda hacer un proyecto, por disparatado que sea, lo hacen sin formular ninguna observación. Con lo cual, a fuerza de querer probar que él es quien manda, se halla prácticamente sin colaboradores. En los consejos de ministros se pasa el tiempo sin proferir palabra, echado atrás en su sillón, o de bruces sobre la mesa; no habla sino cuando directamente se le interpela.

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