Del pacto nacional del agua a un planteamiento de smart water

Hacia 1967 corrían aires de desarrollismo en España. El muelle socio-económico comprimido durante las décadas anteriores comenzaba a expandirse con fuerza. La euforia del crecimiento se extendía por todas las áreas: viviendas, automóviles, consumo de energía, carreteras, presas, …

En Madrid, informes de técnicos del Canal de Isabel II preveían que en el año 2000 la población de «Madrid y su alfoz» alcanzaría los 10 millones de habitantes. Para el consumo unitario, medido en litros por habitante y día, se pronosticaba un crecimiento anual de 6,25% «por el aumento del nivel de vida», con lo que en el citado horizonte 2000 llegaría a los 600 litros diarios per cápita. En esa tesitura las necesidades de agua superarían los 2000 hm³/año. Se preveía un grave problema del suministro de la gran concentración urbana situada en el «desierto manchego», recordando cómo Galdós llamaba a la capital: «un poblachón manchego».

Pero el oficio de profeta ─muy reconocido en la antigüedad─ tiene escaso éxito en nuestro tiempo, máxime cuando se trata del agua. Sólo queda como excepción el Centro de Estudios Hidrográficos y su «cabeza mayor» con sus pronósticos gloriosos sobre las aportaciones para el trasvase Tajo-Segura, profecías que ha sido santificadas por los abogados del estado mediante leyes promulgadas en el BOE y que constituyen un modelo por sus aciertos y oportunidad. También un ex presidente del Comité Internacional de Grandes Presas tuvo su momento de gloria afirmando que el descenso de las aportaciones observado desde 1980 tenía sus antecedentes justificativos en los ciclos secos del Nilo de tiempos de los faraones, desechando cualquier atisbo de cambio climático, al modo Trump. ¡Así va el prestigio de las grandes presas últimamente!

Pero afortunadamente Madrid no alcanzó los 10 millones de habitantes en el año 2000 ni hubo necesidad de traer a la capital ni el Tormes ni el Nilo. En los últimos años, los más de 6 millones de madrileños abastecidos por el Canal de Isabel II han usado unos 550 hm³/año, lo que equivale a una dotación bruta del orden de 250 litros por habitante y día. ¿Cómo se ha llegado a este milagro no profetizado por los expertos en materia hídrica de la década de los años 60 del pasado siglo?

Hacia 1990 se comenzó a observar en nuestro país el quiebro que había tenido la curva de crecimiento de los consumos unitarios en las grandes ciudades. Algunos economistas (que siempre tienen explicaciones a toro pasado) afirmaron que se debería a «la saturación del consumo de productos de bajo precio», poniendo como ejemplo el descenso del consumo de pan con el aumento del nivel de vida. A lo que un humorista les contestó que, evidentemente, la gente había dejado de usar agua y, en su lugar, usaba champán para la ducha.

El fenómeno del descenso de las dotaciones unitarias llegaba a nuestro país con una década de retraso de lo que estaba sucediendo en las grandes ciudades del mundo desarrollado. La razón estaba clara: la introducción de los sistemas de captación y tratamientos de datos, primeros pasos para meter «inteligencia» en los sistemas de abastecimiento. Hasta entones las estadísticas de derivación de agua, pérdidas, etc., se hacía «como en caballería se demostraba el teorema de Pitágoras: bajo palabra de honor del profesor». Otra cosa era que los políticos (que suelen limitar con frecuencia con la demagogia), afirmen que el descenso de los consumos se debe a la colaboración ciudadana.

Estos primeros pasos de la aplicación de las TIC a los sistemas de abastecimientos de las grandes ciudades, iniciados en nuestro país en Madrid y Barcelona, ha ido extendiéndose a otras ciudades y las redes de alcantarillado y depuración de aguas. En el campo de los regadíos, determinadas comunidades de regantes han implantado sistemas informáticos en las técnicas y en la gestión de la aplicación del agua al terreno. Las administraciones públicas del agua, por su parte, han desarrollado los sistemas SAIH, SAICA, etc.

Cuando hace poco comenzaron a formularse los conceptos y tecnologías de las Smart cities, el campo del abastecimiento del agua a las ciudades tenía ya un grado de inteligencia bastante desarrollado. No obstante, queda mucho camino por recorrer, pero ello constituye ─sin duda─un reto para los jóvenes profesionales.

En el último número de la Revista de Obras Públicas (nº 3593, diciembre 2017) César Lanza ─así como en otros trabajos de diversos autores─ reflexiona sobre la aplicación de las TIC para la inteligencia de las redes viarias, del automóvil autónomo, del «diálogo» vía-automóvil y de la «conversación» entre los distintos vehículos autónomos y la vía. Afirma César Lanza: «La modernidad viaria se desplaza relativamente desde la construcción de la infraestructura hacia la tecnología, las aplicaciones y los modelos de gestión. En este contexto se plantea la iniciativa Roadmap_2030. Nuevos tiempos, nuevas ideas. Se trata de una iniciativa anticipatoria del cambio, una llamada a la reflexión proactiva, compartida por un grupo interdisciplinar de expertos cualificados, que ayudará a prever y planificar las actuaciones de transformación de la red considerando el horizonte temporal del año 2030».

¿Y el agua? ¿Se mueve algo o alguien en este sentido? ¿Seguiremos con las presas y los acueductos a lo romano? ¿Todo lo que tiene que decir la administración pública del agua son los Planes especiales de sequía, cadáveres en embrión, con mentalidad trasnochada?

En este panorama de sequía intelectual de la administración pública, al menos la reflexión de la última parte de la entrada de quien se hace llamar Trasiego («El abastecimiento futuro de la Comunidad de Madrid: la conexión Entrepeñas-ETAP Colmenar Viejo. Los planes de contingencia»), con sus planes de contingencia y su gestión de geometría variable, viene a ser como un vaso de agua fresca en medio del páramo reseco que presenta nuestra política oficial del agua. Ni el zombi Pacto nacional del agua, ni los cadáveres insepultos de los Planes especiales de sequía logran sacar de la modorra la política del agua. ¿Para cuándo la creación de un grupo de trabajo para explorar otras respuestas «no romanas», Smart Water, a nuestros problemas del agua, alejados de la amojamada y disecada línea oficial?

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Un comentario sobre “Del pacto nacional del agua a un planteamiento de smart water”

  1. No creo que sea un tema de grupos de trabajo de expertos para una Smart Water.
    En Australia se debate estos días sobre la cuenca Murray-Darling . Varios Estados y el Gobierno federal implicados.Miles de millones de dólares consumidos,Un problema ambiental de primer magnitud.Conseguir recuperar 2750 Hm3. Grupos de trabajo especializados llegaron a un acuerdo en 2012.Todo basado en información muy desarrollada y bastante consensuada.Se está comprobando que las inversiones en redes inteligentes de medidores no avanzan adecuadamente.Las compras de derechos de agua no siguen los parámetros acordados, Las modernizaciones tampoco dan los resultados buscados.Las diferentes administraciones tienen competencias y no todas actúan bajo el acuerdo marco.
    Hay que pensar que las competencias en agua y medioambiente deben ser estructuradas de otra forma.Puede que aquí también.La ventaja allí es que en poco tiempo ponen en marcha grupos independientes para realizar auditorías, Pero detectarán los errores pero no darán con la solución.Que es política y legislativa.Podemos preguntar a todos los usuarios del agua y no obtendremos consenso luego el Pacto Nacional parece una utopía.Más que un agua inteligente yo hablaría de una idea inteligente.
    En The Guardian este 5 de Febrero
    The Murray-Darling basin plan was adopted in 2012 with a 2,750GL(Hm3) water recovery target for the environmental water. All basin state governments signed on to the plan by June 2013.
    But the plan also envisaged a further 450GL being made available to the environment after the first phase. The Wentworth Group of Concerned Scientists has said the additional water is essential for the river’s health.
    “There is no time to waste,” the declaration says. “The basin remains in a poor state. While there have been improvements in specific sites, these have not resulted in measurable improvements in key environmental indicators at a basin scale.

    “As of February 2018, some $4bn has been spent on water recovery infrastructure projects, but for many of these projects there is no scientific evidence that they have actually increased net stream flows, which was a key goal of water reform.”
    The Wentworth Group warned that while the plan had good intentions, a lack of will by federal authorities and systematic undermining of elements of the plan by state governments and irrigators meant it was no longer effective.
    The signatories are calling for a halt to all publicly funded water recovery associated with irrigation infrastructure subsidies/grants in the Murray-Darling basin, until a comprehensive and independent audit of basin water recovery is published.
    https://www.theguardian.com/environment/2018/feb/05/murray-darling-basin-plan-fails-environment-and-wastes-money-experts
    El grupo autor de la declaración https://murraydeclaration.org/signatories/
    Como equilibrar un “negocio” en la venta de agua con un “excesivo” gasto público en inversiones de modernización que benefician a particulares. Equilibrar sostenibilidad en recursos hídricos con sostenibilidad alimentaria y social.
    En Australia con un aparente “información fiable” parece que reconocen que su legislación de 2012 debe modificarse limitando los derechos de venta o de compra pública según queramos leer Water Amendment Bill 2015
    http://www.aph.gov.au/Parliamentary_Business/Bills_LEGislation/Bills_Search_Results/Result?bId=r5468 (Legislation would redirect the flow of money for watersaving)
    De alguna manera se intenta no pagar 2 veces a los regantes . seguir estimulando el ahorro y transferir agua desde zonas excedentes. Un trío de cuestiones difícil equilibrio.
    The intent is to capture water purchased directly by the Commonwealth, which occurs predominately through open tender purchase rounds, and not water recovered through irrigation infrastructure efficiency upgrades, water sales by states or those programs which are the result of irrigation network rationalisation and reconfiguration projects funded or partly funded, by the Commonwealth. In addition, it does not include purchases made by the Commonwealth Environmental Water Holder, or those made using funds from the Water for the Environment Special Account, as these purchases are different from the intent of the water purchasing program.

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