A propósito del saqueo del Canal de Isabel II

José Manuel Naredo acaba de publicar un nuevo libro: La crítica agotada. Claves para un cambio de civilización. (2022). Ed. Siglo XXI. Naredo nunca se va de vacío en sus consideraciones: junto a la profundidad y densidad de sus reflexiones, el aparato conceptual que utiliza y la erudición que despliega satifacen al lector exigente. Se detiene en la crítica de conceptos económico/sociales/políticos que ocupan la parte prinicpal de su trabajo (crítica de la critica irreflexiva en muchas ocasiones). Además recupera, a modo de ejemplo, algunos casos de privatización de empresas públicas, como es el caso del Canal de Isabel II. Veamos lo que dice en su texto (p.215 y ss.):

La crítica agotada

Claves para el cambio de civilización

José Manuel Naredo

Editorial: Siglo XXI de España Editores

Fecha publicación: 21-02-2022

Páginas: 328

«…la privatización de grandes empresas públicas que son, en muchos casos monopolios naturales. En estos casos la privatización, lejos de ser una decisión impuesta por la ideología liberal y amparada en el convencimiento de que va a mejorar la gestión, suele ser un mero instrumento para permitir que determinados grupos se forren en algunas de las fases del proceso. Pongamos el ejemplo de la privatización de la empresa pública que abastece de agua a los municipios de la Comunidad de Madrid: el Canal de Isabel II (CYII). El libro colectivo de la plataforma contra la privatización del Canal de Isabel II, que tuve el gusto de introducir, va al fondo de la cuestión al titularse Más claro agua. El plan de saqueo del CYII (VVAA, 2017). Se trató así de superar la estéril polémica de si se gestiona mejor lo público o lo privado, polémica que además en este caso carecía de sentido, ya que la entidad era un monopolio natural que no tenía competidores capaces de duplicar las infraestructuras hídricas de captación y depuración, las redes de distribución y las dotaciones y derechos que el Estado le fue otorgando o financiando durante largo tiempo al Canal de Isabel II para asegurar el abastecimiento de agua de la capital y de los 179 municipios de la Comunidad de Madrid.

Como apunto en la introducción al libro mencionado, para que movimientos sociales como los que alberga la plataforma contra la privatización del Canal de Isabel II triunfen es necesario denunciar con pelos y señales la trama urdida para facilitar la manipulación y el saqueo de lo público, como se hace en este libro [consiguiendo, al fin, que el antiguo presidente del Canal de Isabel II, y expresidente de la Comunidad de Madrid, fuera juzgado, junto con varios de sus compinches, por delitos de administración desleal y asociación para delinquir]. Y también es necesario desenmascarar al verdadero enemigo, trascendiendo los disfraces ideológicos que utiliza para justificar sus acciones. Lo anteriormente dicho evidencia que no son los mercados, ni la competitividad, los que han urdido en la sombra la trama privatizadora que se denuncia. Como tampoco lo son los vientos (neo)liberales que absurdamente pretenden justificarla, sino la mano firme de un poder despótico que persistió en su afán de saquear la propiedad pública con un empeño digno de mejor causa. Prueba de ello es que las trapisondas del poder han incumplido la normativa europea de defensa de la competencia, tal como se denuncia en el libro. No, no cabe atribuir al libre albedrio de los mercados ni a un (neo)liberalismo malvado la culpabilidad de semejantes atropellos, sino al ejercicio de un poder despótico más propio del Antiguo Régimen. Pues es la mano del poder la que sigue queriendo otorgar la regalía, la concesión o el monopolio a quien le viene en gana. Es esa libertad de los poderosos más propia del poder absoluto la que se enarbola ahora para poner en marcha operaciones como la denunciada en este libro, no la libertad igualitaria para todos que reivindica la utopía liberal. Pue hemos de darnos cuenta de que la sociedad llamada capitalista no es la encarnación de la utopía liberal, sino el fruto de un devenir histórico complejo condicionado por sociedades jerárquicas anteriores que en nuestro país desembocó en un caciquismo que ahora cabalga de nuevo con disfraces liberales. Para desenmascarar al personaje, creo que interesa calificar mejor de (neo)caciquismo que de (neo)liberalismo al régimen de poder despótico que ha venido organizando el saqueo de lo público analizado en este libro. Pues las prácticas denunciadas ilustran con meridiana claridad el “mal político del caciquismo, cuya finalidad─ decía Macías Picavea en su libro clásico sobre el tema titulado El problema nacional (1899) ─ se encierra en dos inferiores aspiraciones: dominar, no gobernar; expoliar, no administrar (VVAA, 2017, p. 24)”.

Valga como ejemplo de la pervivencia de estas prácticas de dominación y expolio lo ocurrido con el empeño de privatización del Canal de Isabel II, que es la principal empresa pública de la Comunidad de Madrid, con cuantioso patrimonio en terrenos, inmuebles e infraestructuras. Ya que la versión digital del libro mencionado, además de relatar la trama del expolio, adjunta una cronología detallada que evidencia que no fue algo improvisado, sino que se venía planificando desde hacía mucho tiempo. Este estudio resulta clarificador en varios aspectos.

Por una parte, evidencia que no fue un supuesto neoliberalismo maligno el que planificó la trama y el que paradójicamente incumplió los principios de la libre competencia para dar negocio a sus amigos, Sino el poder oligárquico que, comportándose de forma caciquil, ha venido planificando la trama en que la privatización del Canal de Isabel II no era tanto el fin, como el medio necesario para facilitar la operación de saqueo. Pues, aunque la privatización de la empresa que monopoliza la distribución de agua en la Comunidad de Madrid podría garantizar un jugoso lucro privado protegido de los avatares de la competencia mercantil y otorgar al gobierno regional la posibilidad de hacer caja vendiendo patrimonio, la trama de Colombia ─denunciada ya en la primera edición del libro de 2014 ─ orientada a despatrimonializar la empresa y llevar el capital sustraído a paraísos fiscales, mostraba tempranamente que el objetivo prioritario e inmediato era el saqueo y no tanto el obtener liquidez y controlar privadamente la distribución del agua. Reiteramos, por lo tanto, que atribuir la trama de privatización y expolio a un supuesto neoliberalismo y no a las elites político-económicas que lo habían planificado es un error político de primer orden que desorienta a los movimientos de protesta».

Hasta aquí el texto de Naredo. Podemos añadir por nuestra parte que la crítica que lleva a cabo ahora José Manuel Naredo sobre el saqueo del Canal de Isabel II fue precedida por varias entradas de este mismo blog, www.acuademia.com . Podemos citar entre otras nuestro artículo de 6 de junio de 2020: Desorientación y desacierto de las políticas del Canal de Isabel II desde 1995, así como la ya lejana de Santiago Ramos (fallecido desafortunadamente hace algún tiempo) de 6 de diciembre de 2016: Ida y vuelta del viaje hacia la privatización del Canal de Isabel II. Solo nos resta añadir sobre el malhadado intento de privatización una frase de nuestro inmortal Francisco de Quevedo en espera de la resolución del caso Lezo: “Un desconcierto nunca llega a viejo”.

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