Los profetas huecos

Los tiempos mediocres engendran profetas huecos (A. Camus, La Caída)

Hacía tiempo que no me asomaba a estas páginas de Acuademia. Fue mi llamada telefónica del otro día a mi maestro don Gregorio, a su residencia albaceteña de la tercera edad, para preguntarle por su estado de salud, quien me animó a escribir algo sobre el tema y me recordó su escrito Del inveterado optimismo de las predicciones oficiales (23/12/2017), que figura en Acuademia  y que ahora viene ni pintiparado para la situación actual del coronavirus.

Escultura "El Profeta", de Pablo Gargallo (1933). Imagen tomada por Escarlati (trabajo propio) [GFDL, CC-BY-SA-3.0 o CC BY 2.5], via Wikimedia Commons
Escultura “El Profeta”, de Pablo Gargallo (1933). Imagen tomada por Escarlati (trabajo propio) [GFDL, CC-BY-SA-3.0 o CC BY 2.5], via Wikimedia Commons

EPÍLOGO. En materia hidrológica, la amanerada escultura del Trasvase Tajo-Segura existente en La Roda, se propone sea sustituida por una réplica de «El Profeta», una escultura cubista en bronce de Pablo Gargallo de 1933, de grandes volúmenes vacíos, que vendrían así a representar fielmente las ideas del Centro del Estudios Hidrográficos y de nuestros más afamados hiodrólogos de provincias sobre el Trasvase.

Aparte de recordar el excelente escrito de don Gregorio, poco cabría añadir, si no es una protesta airada por la multitud de profetas que nos abruman con sus pronósticos y predicciones sobre el dichoso coronavirus. Por una parte, profetas del pasado, del «ya lo decía yo», «ha habido falta de previsión», «se veía venir». Como diría un castizo: «A toro pasado, todo son verónicas». Todos muy listos, pero…después de lo que va aconteciendo.

Por otra parte, salen documentos de personalidades respetadas, como Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra noruega y autora del informe que lleva su nombre (1987), que ya había avisado sobre el peligro que se cernía sobre la humanidad por misteriosas y peligrosos riesgos de epidemias o pandemias. El Informe Bundtland era más serio. Pero resulta que avisos de este tono, sobre peligros químicos o biológicos los hemos oído siempre. ¿Quién no recuerda las deprimentes amenazas sobre la tercera guerra mundial o el riesgo de accidentes nucleares? ¿No tenemos a nuestro excelente instituto Juan Sebastián Elcano para publicar magníficos estudios «estratégicos» sobre estos y otros temas con los que nos amarga periódicamente? Y qué decir de los sociólogos, como el germano Ulrich Beck, con su famoso «La sociedad del riesgo» (1986) que nos tuvo acongojados durante años y, ahora, parece ponerse de moda otra vez.

Estamos abrumados con las curvas del COVID-19, sobre su crecimiento, sus puntas y valles, que si natural o logarítmica, que si tardan tanto o cuanto en duplicar los casos, etc., etc. Estoy hasta la corona de las noticias víricas o virales. A otro tema.

Ahora que comienza el periodo de información pública de los Esquemas provisionales de los Temas Importantes de los Planes Hidrológicos de Cuenca, por vía telemática, ¿cuántos profetas huecos, del Centro de Estudios Hidrográficos o de similar partida, pronosticadores de aportaciones que nunca serán, de hectáreas de regadío que nunca verán el agua, caudales ecológicos que no se cumplirán, de obras que no … bueno, rectifico, aunque las obras que se profeticen no sirvan para nada, ¡éstas seguro que se construirán!

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