Los solucionadores del agua

La Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) da la solución a los problemas del agua: más embalses y trasvases, eso sí «siempre que sea sostenible y una vez superados los condicionantes económicos, sociales y medioambientales» (de «Hacen falta más embalses», Las Provincias, 16/10/2017). También solicita «que se flexibilicen los criterios para permitir la cesión temporal de derechos del uso del agua entre cuencas» (de «Ceder el agua que no se utiliza», Las Provincias, 16/10/2017). La Mesa del Agua de Almería organiza una concentración/manifestación en Villaricos para decir entre otras cosas que «necesitamos los trasvases y las desaladoras, pero a un precio justo». Son las soluciones que se dan al problema del agua. Soluciones que ya se han aplicado, pero sigue el problema. Además no abordan el problema del agua, sino el del regadío. De hecho, son soluciones que destrozan al agua.

Matiza Fenacore que la solución ha de ser sostenible y que se superen los condicionantes económicos, sociales y medioambientales. ¿Qué se puede entender por «sostenible» y «superar»? La práctica nos indica que por sostenible entienden que los regantes saquen ganancia, con todas las subvenciones y miradas hacia otro lado de la Administración que sean necesarias. Y por superar entienden el pasar los trámites con unos estudios económicos justificativos sobre una economía creativa y sin seguimiento, una evaluación ambiental condicionada y un impacto social en el que sólo se tiene en cuenta que una hectárea de regadío produce más que una de secano.

La sostenibilidad es otra cosa. Se requiere que el balance económico global sea positivo, no sólamente el del productor de lechugas; que el deterioro ambiental sea asumible y mitigado lo máximo posible; y que para la sociedad sea favorecedor. ¿Cuántas de las infraestructuras en las que se está pensando cumplen estos condicionantes? ¿Algún trasvase intercuencas de envergadura? España tiene gran experiencia en la realización de grandes obras hidráulicas. Con una evaluación ex ante de cierta rigurosidad legal pero que en la práctica es superada con artificios, y una nula evaluación ex post de su efectividad y efectos causados una vez realizada.

El trasvase Tajo-Segura, la gran joya de la hidráulica española, es un ejemplo de la ausencia y desprecio a valorar su funcionamiento. La realidad muestra que el déficit hídrico es mayor tras su realización que el que había antes. Condiciona la gestión de la cuenca del Tajo, al punto de haberse intervenido la Confederación Hidrográfica del Tajo para dar alegría al Trasvase a costa de machacar aun más al Tajo. Entrepeñas y Buendía están condenados a operar permanentemente en niveles bajos, con consecuencias dramáticas ambientales y en la economía de sus ribereños. Incluso el abastecimiento de Madrid, de 6,5 millones de habitantes, se encuentra condicionado por el trasvase Tajo-Segura. Pero oficialmente se mira para otro lado, pues no se quiere reconocer el estrepitoso fracaso que está siendo esta infraestructura. Ni se hacen estudios ex post ni se «lee» el existente, la tesis de doctorado de Enrique San Martín (Un análisis económico de los trasvases de agua intercuencas: el trasvase Tajo-Segura; UNED; 2012). En el fondo, la ignorancia es básica para poder seguir proponiendo soluciones que no funcionan.

Otra solución es la cesión temporales de derechos intercuencas. Cesiones de unos 8, 9 o 10 hm³/año frente al «gran déficit estructural», realizadas cada año, dejando en evidencia el término «temporal». No son una solución, sino otra cosa, como se trata en la entrada «La venta de agua de unas cuencas a otras: ¿un negociete?». Un neoliberalismo al gusto: permitir la compra/venta de agua, un bien demanial, que no se iba a usar; y pedir un «precio justo» por el agua desalada, lo que significa que gran parte del coste de instalación y mantenimiento sea pagada por todos.

No se trata de negar los problemas que tienen los regantes. Pero es una situación a la que se ha llegado por colapso del sistema. El recurso a la sequía es equivalente a cerrar los ojos. La solución no es seguir realizando las mismas salvajadas que antes. Pasa por adaptar la producción al recurso disponible, desde un punto de vista de auténtica sostenibilidad. Aunque suponga una fuerte reconversión. Seguir sobreexplotando, intentándolo hacer a mayores, en un contexto de sobreproducción de alimentos, no soluciona el problema, sino que lo agrava.

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