¿Para qué un Pacto Nacional del Agua?

En la entrada «Pero, ¿es necesario un Plan Hidrológico Nacional?», Trasiego realiza un excelente análisis sobre la necesidad real de un plan nacional sobre el agua, que también es válido para el «Pacto Nacional del Agua», neologismo acuñado para continuar aburriendo en esta Legislatura con el mismo tema: reducir la política del agua en España a que el SCRATS (Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura) tenga agua barata pagada por todos.

El trasvase Tajo-Segura está siendo un fiasco. No se cumplen las expectativas que se tenían cuando se planteó. Por eso, desde los años 80 del siglo XX la intelligentsia hidrológica española está dando vueltas sobre sí misma para intentar tapar un desaguisado que no reconoce, siempre favoreciendo al privilegiado lobby de regantes. La única medida que realmente les está funcionando es el sometimiento de la cuenca del Tajo, que se encuentra permanentemente intervenida.

Aunque la redacción de la proposición no de Ley aprobada en el Congreso está cuidadosamente redactada para evitar levantar tempranamente la liebre, las propias intervenciones parlamentarias y las declaraciones y filtraciones interesadas recogidas en prensa muestran cual es la verdadera finalidad del Pacto Nacional del Agua: dar otra vuelta de tuerca para favorecer al SCRATS.

Se estudiarán nuevas infraestructuras, entre las que no parece que esté el trasvase del Ebro. En su lugar, ya se están lanzado alternativas, como se adelantan en el artículo «Los regantes impulsan los estudios para redotar el Trasvase con otro acueducto» (La Verdad, 8/11/2016), al parecer ya planteados en 2015 en la «comisión especial de Agua» de la Asamblea Regional de Murcia. Una de las actuaciones es la redotación de la cabecera del Tajo mediante un trasvase desde el Duero, tratado en Acuademia en la entrada «Sobre el trasvase del Duero a la cabecera del Tajo»; se trata de una propuesta disparatada, con un alto coste económico que tendría que ser subvencionado para que lo aceptaran los regantes, además de los costes sociales y ambientales. Otra alternativa, incluso más extravagante, es la redotación de la cabecera del Tajo desde el Ebro. También se pondrá sobre la mesa trasvases desde el Tajo medio, desestimados en su momento en la documentación técnica del Plan Hidrológico Nacional, pero que recurrentemente se reactivan. Detrás de estas propuestas está la mano de Francisco Cabezas, experto mareador de números y generador de agua de papel, del gusto del SCRATS y de la Dirección General del Agua.

Estas propuestas tendrán poco recorrido, tal como indicamos en «Inviabilidad de grandes trasvases peninsulares». Quizá se intente con más interés el trasvase desde el Tajo Medio, pues se trata del Tajo, una cuenca fácil que se deja hacer. Pero servirán de base para negociar. Se adoptará una solución de compromiso, que se basará en que todos pagamos y el lobby sale beneficiado, aunque deje patente su victimismo.  Posiblemente el SCRATS renuncie temporalmente a nuevas infraestructuras de trasvase a cambio de nueva legislación que consolide la subvención al agua desalada de manera permanente y más control y recursos sobre el Tajo y el Segura. El tiempo dirá.

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