La gran conjunción planetaria y la solución a la gran crisis que anuncia

La conjunción de Júpiter y Saturno de hace exactamente una semana, del pasado día 21, no ha sido especialmente destacada en este aciago 2020. Sin embargo se trata de un evento de gran transcendencia para las décadas venideras, como enfatiza el eminente profesor Sazebac.

Si bien las conjunciones entre los dos mayores planetas del Sistema Solar ocurren aproximadamente cada 20 años, ésta es especial, pues se produce entrando los dos planetas en la constelación de Acuario durante el Solsticio de Invierno, con un buen grado de alineación de la Tierra con los dos gigantes planetarios en el lado contrario del Sol. Un hecho que, fuera de supersticiones y concepciones astrológicas, es la antesala de grandes cambios a escala mundial, demostrable científicamente. Para dejar constancia, el Dr. Sazebac, junto a su íntimo colaborador Friedrich Straße, han escrito un concienzudo artículo que se publicará próximamente en la prestigiosa revista Climate Ensuing History. Recordemos que Friedrich Straße es director del Cónclave Eurointegrador Holisticográfico, afamado por sus interpretaciones de acontecimientos históricos y proto-históricos desde el conocimiento científico actual, abriendo nuevas perspectivas del saber.

Exponen en el artículo que la alineación de Sol, Júpiter y Saturno con la Tierra da lugar a una alteración sustancial del campo gravitatorio, con diversos fenómenos de resonancia de las frecuencias gravitatorias y sus armónicos en las supercuerdas de las múltiples dimensiones de nuestro Universo. Esto causa lo que en términos cuánticos se conoce ya de manera coloquial como un pulso gravitacional, además de la evidente alteración de la curvatura del espacio-tiempo. Pero no es sólo eso, sino que en esta triple conjunción se produce también un acoplamiento de sus campos magnéticos con el de la Tierra, afectando a las fuerzas nucleares débiles del hierro presente el Núcleo y parte del Manto de la Tierra. Son conceptos complejos, pero que pueden analizarse mediante las ecuaciones de Evans en el ámbito de la Teoría del Campo Unificado.

Tras un riguroso desarrollo matemático apoyado en el álgebra n-dimensional y en la geometría diferencial de Cartan, Sazebac & Straße muestran la fuerte repercusión que tiene este doble pulso gravitacional y electromagnético sobre la dinámica atmosférica. Ayudados por contrastados modelos climáticos, avanzan que los efectos del cambio climático se van a quedar pequeños, apuntando a la existencia de zonas con un incremento repentino de abundancia de agua, que unido a las causas antrópicas, van a generar graves problemas ambientales caracterizados por una combinación de exceso y escasez alternantes de agua, especialmente en el área indoeuropea.

Pero van más allá, realizando un análisis de qué ha ocurrido en el pasado cuando se ha producido la gran conjunción. Con resultados sorprendentes por su precisión, pues logran correlacionarlos con alteraciones climáticas importantes registradas a lo largo de la historia europea, como es la Pequeña Edad de Hielo, cuyo primer mínimo de temperaturas (hacia 1650) se produjo tras la última gran conjunción de Júpiter y Saturno cerca del Solsticio de Verano de 1623. También se aprecian estas coincidencias con episodios anteriores, como el periodo frío que está detrás de la caída del Imperio Romano o con el óptimo climático de la Baja Edad Media. También especulan con la posibilidad de asociar este fenómeno a las alteraciones climáticas que supusieron el fin del Imperio Maya o determinados cambios de dinastía en el Antiguo Egipto.

Para los autores, son demasiadas coincidencias para atribuirlas a la simple casualidad. Así que, guiados por su rigor científico, bucean en diferentes fuentes, encontrando unos documentos reveladores del Zoroastrismo, religión ─o filosofía mística como prefieren llamarla─ que presta especial atención a los fenómenos astronómicos. Como anécdota, apoyados en el trabajo de múltiples autores, aseguran que la famosa estrella de Belén fue realmente una conjunción de Júpiter y Saturno similar a la de este año, y que los Magos de Oriente eran realmente sacerdotes zoroástricos dedicados al estudio de la astronomía ─de la ciencia en general─ que supieron ver el fenómeno.

Volviendo a estos documentos, hay cierto acuerdo en datarlos hacia al año 1000 a.c. Conocidos de antiguo, su significado no se comprendía adecuadamente, debido al desconocimiento del dialecto avéstico en el que están escritos más el usual hermetismo de este saber. Sin embargo, gracias a un casual descubrimiento durante unos trabajos arqueológicos recientes en el Templo de Fuego del monte Khajeh ─en la provincia iraní de Sistán, cerca de la frontera con Afganistán─, se han podido descifrar. El resultado es muy inquietante, pues describen con gran detalle los avatares climáticos y del agua de los últimos 3000 años, con un énfasis especial en el momento actual ligado precisamente a la primera conjunción de Júpiter y Saturno en Acuario de este milenio. Con un escenario prácticamente calcado al que sale de los modelos de predicción.

Hay que actuar ya y anticiparse, ante el riesgo de que desaparezca nuestra civilización de la misma manera que han caído otras anteriores. Para hacerlo, plantean un cambio radical del paradigma, poniendo sobre la mesa los denostados trasvases. Pero no como se ha hecho hasta ahora, pensando en dar agua a las zonas secas, sino como una vía alternativa de desagüe en zonas interiores. Al igual que se están planteando políticas de fomento de los sumideros de CO2, proponen hacer lo mismo con los sumideros de H20. Y señalan el lugar ideal donde plantearlo en el ámbito europeo: el sureste peninsular. Una solución que pasa inevitablemente por la construcción de un gran canal que drene el centro de Europa y lleve el agua a este gran sumidero europeo de H2O. Una obra ambiciosa, sí, pero que puede ser financiada completamente apoyados en el principio de quien contamina paga, ya que los ciudadanos de los territorios por donde pasaría el Gran Canal serían los que aportarían el dinero para la construcción y explotación de la infraestructura, al ser los que se van a beneficiar de este gran drenaje.

De manera inmediata, hay que pensar en poner el Tajo-Segura a toda máquina, trasvasando el máximo que se pueda. Ante la gravedad del problema hay que olvidarse de los regadíos del Tajo y demás zarandajas como los caudales ecológicos. Es un estrés controlado enfocado a preparar al Tajo mejor de cara al futuro. También con un cambio en la Ley, en la que las tasas del Trasvase las paguen los usuarios del Tajo, con un incremento suficiente para poder plantear un aumento de su capacidad actual. O, mejor incluso, hacer otro paralelo como si fuera una duplicación de calzada en una carretera.

Una solución que va a causar una fuerte afección en el Sureste. Pero se trata de un mal menor que hay que aceptar. Demostrando su profesionalidad, Sazebac & Straße se han puesto en contacto con los actores implicados que, con su sentido de la responsabilidad, se muestran dispuestos a asumir todos los sacrificios que sean necesarios. Empezando por aumentar por todos los medios las superficies de regadío, ya sea eliminando espacios protegidos, planteando el cultivo en literas o, por qué no, una desecación completa del Mar Menor que permita su transformación en regadío. Lo que, de paso, eliminaría de raíz sus problemas ambientales, pues muerto el perro se acabó la rabia.


Nota de la redacción: Sazebac & Straße quieren tener una deferencia con los lectores de Acuademia, por lo que han realizado gestiones con la editorial de la revista para que podamos acceder al artículo, en primicia, pinchando aquí.

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