Más de la ministra y sus engaños con la sequía

La noticia «G. Tejerina reclama un uso “más riguroso” del agua en el quinto año de sequía» (ABC, 21/11/2017) narra otra exhibición de la ministra, manteniendo el nivel de anteriores intervenciones (por ejemplo, véanse las entradas «Ministra y sequía: engaños y mala gestión» o «De los engaños de la ministra del MAPAMA»). Presume de planificar «medidas de emergencia» al margen de la planificación hidrológica y que a pesar de la sequía se aumenta la producción agraria gracias a que ha logrado sobreexplotar más el recurso. Eso sí, advierte que cuando no se pueda más, hay que priorizar los abastecimientos.

Fiel a su línea, la ministra «Humpty Dumpty» continúa dando a las palabras los significados que quiera, pues para eso es la que manda. Así, aunque en verano de 2014 el lobby de regantes del trasvase Tajo-Segura presumía de abundancia de agua, «regándose hasta en las terrazas», llevamos cinco años de sequía. Pasar de criticar y parar la faraónica desalación a gastarse todo lo que pueda para exprimirla al máximo se ha de llamar «planificar medidas de emergencia». Movilizar «más de 350 hm³» adicionales gastándose «más de 85 millones de euros en obras de emergencia», al margen de la planificación hidrológica, es «una gestión del agua rigurosa, conservadora, planificada y solidaria». A destrozar el Tajo (y especialmente su cabecera) por medio de un opaco Memorándum, a la vez que malo y chapucero, es «prorrogar el trasvase Tajo-Segura que en su momento se decidió que muriera».

Fuera de su fantasiosa visión, el discurso no hay por donde cogerlo. Las sequías se combaten con antelación, desde la normalidad. «Planificar medidas de emergencia» cuando llega la sequía es poner parches malos y a destiempo, propio de pésimos gobernantes. Se trata de evitar que se agoten los recursos, para lo que es necesario anticiparse. Llegados a la situación de embalses vacíos sólo queda ponernos a llorar, y que la realidad imponga más duramente las restricciones que no se aplicaron antes para «aumentar la producción». Por el momento, no estamos ante la sequía más dura jamás vista, pues sólo llevamos un año duro de sequía. Pero para dar gusto a sus lobbies ha decretado sequía en años anteriores para poder movilizar recursos extraordinarios y gastar alegremente millones de euros de todos los españoles, insistimos, al margen de la planificación hidrológica. La sequía es un desastre natural, pero deberíamos ser capaces de minimizar sus efectos. Al menos, en teoría, tenemos herramientas para hacerlo. El problema es que el desastre natural de la sequía está viniendo cuando tenemos otro mucho mayor, el desastre ministerial; la ministra y su equipo del agua son la más destructiva plaga, que ya dura más de 5 años.

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