Trasvase, ¿es la solución? ¿A qué problema?

«Allá donde nos dejen pronunciarlo, trasvase es la solución y es la palabra clave para resolver los problemas a medio y largo plazo»
(Declaraciones del presidente del SCRATS recogidas en la noticia «Los regantes ven como única solución a la escasez sumar un nuevo trasvase al Tajo-Segura»; La Verdad 13/5/2017. También en «Los regantes reclaman un nuevo trasvase para el Levante “de donde sea”»; La Opinión de Murcia 13/5/2017).

El trasvase Tajo-Segura era la solución para el «desequilibrio hídrico». Pero incluso antes de su puesta en marcha, a costa de unas expectativas que nunca se cumplieron, se crearon regadíos y el desequilibrio creció. Ahora se llama «déficit estructural». El trasvase Tajo-Segura no ha solucionado el problema de la escasez de agua en el Sureste, sino que lo ha agravado.

Pero además de no haber solucionado los problemas de escasez del Segura, el trasvase Tajo-Segura ha contribuido al deterioro ambiental de la Demarcación Hidrográfica del Segura. Ante la insuficiencia del trasvase Tajo-Segura para atender las expectativas creadas, se ha incrementado la sobreexplotación del Segura. Gran parte de sus acuíferos tienen graves problemas cuantitativos y cualitativos (concentración de nutrientes), que lejos de estar en vías de solución van in crescendo. El destrozo actual del Mar Menor está causado indirectamente por el trasvase Tajo-Segura (su gestión y un permanente dejar hacer para evitar reconocer el fiasco).

Por otra parte, en la cuenca del Tajo el Trasvase causa impactos ambientales, sociales y económicos severos, que aunque la Administración no quiera verlos, existen.

En cuanto a la rentabilidad económica, hay que tener en cuenta que, en contra de lo que afirma la propaganda trasvasista, el agua del trasvase Tajo-Segura está fuertemente subvencionada (véase «Las trece subvenciones encubiertas del Trasvase Tajo-Segura y un epílogo imposible»). El lobby de regantes gana dinero con el Trasvase a costa de nuestros impuestos y de daños para la sociedad, pero el Trasvase no es rentable en términos globales.

Enrique San Martín, en su tesis «Un análisis económico de los trasvases de agua intercuencas: el trasvase Tajo-Segura» (UNED; 2012) analiza específicamente la rentabilidad del trasvase Tajo-Segura, con un resultado negativo. Pero también, en la misma tesis, realiza un repaso de los grandes trasvases en el mundo, observándose que los destinados al regadío son sistemáticamente problemáticos e ineficaces. Otros ejemplos recientes en España, son el Júcar-Vinalopó («400 millones costó el trasvase Júcar Vinalopó, que apenas ha transferido agua desde que se finalizó»; Las Provincias, 14/5/2017), el «trasvase del Condado» («La guerra del agua del Condado de Huelva: 30 años de espera y miles de empleos en juego»: ABC, 15/5/2017) o el Negratín-Almanzora: todos llenos de polémica pero escasos de agua trasvasada. También habría que mencionar al trasvase del Ebro, cuya derogación lo convirtió en bandera de la causa trasvasista, pero evitó que se materializara otro despropósito. ¿Cuántos años se podría haber trasvasado el volumen previsto? ¿Habrían aceptado los agricultores el incremento de los costes energéticos?

A pesar del fracaso palmario del trasvase Tajo-Segura, y en general de los grandes trasvases destinados a regadío en el mundo, desde el SCRATS ─secundado por el MAPAMA con su tabarra del Pacto Nacional del Agua─ se piden más infraestructuras de trasvase intercuencas. Con la condición adicional de que sea a bajo precio. A este respecto hay que advertir que las opciones que se están barajando (tramos altos del Duero y del Ebro) no están sobradas de agua. Si se repiten las mismas atrocidades que las realizadas con el trasvase Tajo-Segura pueden salir excedentes incontestables ─porque el MAPAMA no permitirá contestaciones─ sobre el papel, pero no en la realidad; sería repetir la jugada del Tajo-Segura para obtener el mismo resultado: desastre garantizado. Pero además de la reducida cuantía de los supuestos excedentes, habría que sumar el coste de la infraestructura y de los bombeos (la traza tendría que salvar orografía difícil) al coste actual del Tajo-Segura; si se repercutiera el coste íntegramente salen importes superiores a la desalación.

Más trasvases no es ninguna solución. Pero además se confunde el problema. Se habla de escasez de agua en el Sureste. Cierto es que, climatológicamente es una zona semiárida. Pero es un condicionante de la Naturaleza, nunca «el problema». «El problema» es que no se realiza una actividad económica (el regadío) adaptada a esta situación de escasez. Se han desarrollado explotaciones agrarias ─con inversiones importantes tanto públicas como de los regantes─ que requieren un recurso hídrico que no tienen naturalmente. Las opciones de intentar incrementar el recurso no están solucionando «el problema», sino que lo están agravando.

La única solución sostenible es reconvertir el regadío, adaptado a los recursos realmente disponibles. Sin forzar soluciones ni crear agua de papel como se está haciendo hasta ahora. Hay que despojar al regadío de misticismo y considerarlo como lo que es, una actividad económica. Actividad que ha de realizarse conforme a las reglas del juego, sin fomentar el deterioro ambiental amparado en supuestas rentabilidades. Es muy difícil, por no decir imposible, justificar ambientalmente un gran trasvase intercuencas para el regadío; y también económicamente. Con el añadido de que técnicamente, no resolvería los problemas, sino que posiblemente crecerían.

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